E.R.A.
Otra de las principales ventajas de vivir en el campo durante el confinamiento fue de poder empezar la huerta.
Todavía ninguna pretensión de abastecer el restaurante de Las Abesanas, pero por lo menos se podrá aportar algunos toques personales con productos muy muy cercanos…
Este año, no se pudo organizar hasta junio el habitual intercambio de plantones de la Red de Semillas de Segovia y solo bajo las condiciones que imponen las normas de seguridad sanitaria actuales… Aun así, tuve la oportunidad de plantar algunos tomates autóctonos llamados “antiguo segoviano”.
En la huerta, intento ir combinando las 4 familias de plantas de manera equilibrada: hojas, frutos, raíces y flores. Le doy protagonismo a las flores de todo tipo, desde las aromáticas hasta las ornamentales. Se dice que pueden desviar la atención de algunos insectos.
Recorriendo a uno de los remedios ecológicos más empleados en la agricultura ecológica, usé purín de ortigas para fortalecer las defensas naturales de las plantas.
Por fin, he vallado la huerta con pallets que me sobraron de la obra y he grapado una malla en la parte inferior esperando así impedir a los corzos y conejos de merodear.
¡Ahora a cuidarla!
